
Un Dios que cuenta los minutos y los centimos, un Dios desesperado, sensual y gruñon como un marrano. Un marrano con alas de oro y que se tira por todos lados, panza ariba, buscando caricias. Ese es nuestro señor.¡Abracemoslo!
Louis Ferdinand Celine
Lecciones de la Universidad de la Vida
1 comentario:
pues dicen que del cerdo se aprovechan hasta los andares...y unas alas de oro...mmmm yo creo que en vez de abrazarlo deberiamos descuartizarlo para comernos unas chuletas y un jamón, y vender las alas...
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